Estamos hartas
de la subida anual del precio de la vivienda, de los sobreprecios de los locales comerciales y de la pérdida de espacios abiertos.

Estamos hartas
de colas cada vez más largas en las visitas a pisos y de que cada vez haya más personas que pierdan su vivienda y su entorno social.

Ya estamos hartos
de quienes culpan del problema a la inmigración, o que quieren dejar la solución en manos de las inmobiliarias. Nosotras no queremos que nuestro alquiler se utilice para obtener enormes beneficios y que la ciudad sea construida sólo según los intereses de los ricos.

Por eso nos manifestamos:

¡Vivienda para todos y todas!

Ni la renta ni la riqueza deben decidir quién vive dónde. Nosotros queremos ciudades abiertas donde personas de todas las edades puedan encontrar una vivienda asequible, independientemente de su estatus de residencia, capacidad adquisitiva, color de piel, apellido, edad, red y forma de hogar.

¡Sin ánimo de lucro con el suelo y el alquiler!

La vivienda no es una mercancía. Es – al igual que la electricidad, el agua y el aire – nuestro medio de vida. Cuanto más aguda es la crisis financiera, más dinero fluye hacia el mercado inmobiliario. Se obtienen enormes beneficios de la venta de terrenos y del “desarrollo” inmobiliario. Se supone que estas inversiones producen beneficios, y nosotras pagamos, pagamos, pagamos. ¡Esto debe acabar si queremos ciudades habitables!

¡Desarrollo urbano autodeterminado!

El desarrollo urbano no significa “marketing de localización” y “desarrollo económico” para atraer a empresas globales. El ánimo de lucro promueve la desigualdad e impulsa la destrucción de nuestro planeta. Esta no es nuestra ciudad. La ciudad la hacemos entre todos y todas. Nosotras queremos decidir juntos sobre nuestra forma de vivir.